Friday, 29 de March de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1281

O estouro do progressismo (2001-2013)

“Es preciso destacar, además, que ese gobierno instituido con el fin de hacer reinar la concordia debe entenderse como instituido por una multitud libre y no el establecido por derecho de conquista sobre una multitud vencida. En una multitud libre la esperanza ejerce más influencia que el temor: en cambio en una multitud sometida por la fuerza el gran móvil no es la esperanza sino el temor. De la primera se puede decir que tiene el culto de la vida; de la segunda que busca solamente escapar de la muerte” (Tratado político, Spinoza)

Argentina, 19 y 20 de diciembre de 2001

El estallido del 19 y 20 de diciembre del 2001 en Argentina fue sin el uso de DTCM (dispositivos tecnológicos manuales y móviles, o smartphone). Argentina se hizo portadora masiva de esta tecnología pocos años después, utilizados por los protagonistas de las manifestaciones que se organizaron en un abanico de micro emprendimientos, fábricas recuperadas, cooperativas, asambleas. Los actores sociales eran de diversas procedencias: trabajadores desocupados [sobre todo resultado de las privatizaciones de los ´90, por la ley de “Reforma del Estado” se privatizó el patrimonio nacional, las empresas del estado, los organismos como puertos y aeropuertos, las cuencas minera y petrolera y las tierras fiscales. Además de YPF, Aerolíneas Argentinas, subterráneos de Buenos Aires, Empresa Nacional de Teléfonos del Estado, entre otros], amas de casa, maestros, profesionales, empleados.

El estallido fue resultado por un lado del alto índice de desocupación de los trabajadores debido a las privatizaciones de los ‘90 y la corrupción del gobierno que finalizó con el default y al corralito. El estado de alienación del pueblo argentino llegó a un punto de tensión paradójico: todos habían comprado el discurso de la Argentina en el Primer Mundo, donde un peso era un dólar, sin percibir que se trataba de una ilusión dentro de la realidad, similar a una burbuja financiera. La convertibilidade [(la política de paridad cambiaria)] no fue sólo un plan económico, fue un proyecto de país individualista, acompañado por la mayoría de la sociedad, que renunció a tener moneda y, por lo tanto, a tener una política económica. La convertibilidad endeudó los activos públicos, destruyó los sistemas de salud y educación, dejando a los más débiles expuestos a su propia suerte, e hizo de la fragmentación social y política una estrategia. Muchos creyeron que las iniciativas individuales [quioscos, taxis, remises, plazos fijos, retiro voluntario fueron algunas de las salidas a las que apeló la clase media para el “sálvese quien pueda”] frente a la desaparición del aparato industrial, servían para entrar en el paraíso globalizado. La corrupción del poder, la decadencia de los servicios públicos (entonces privatizados) y la indigencia de una gran parte de la población fueron negadas, del mismo modo que habían sido olvidados los 30.000 desaparecidos de la última dictadura militar. La destrucción del estado y de la sociedad tuvo como socio el miedo disciplinador, herencia de la dictadura y de la hiperinflación, llevando a la población a aceptar y a defender el orden y la estabilidad como valores imprescindibles. En realidad, Argentina fue un laboratorio vivo de resistencias en busca de re-existencias. Millones de familias expulsadas del mercado de trabajo, excluidas del sistema, encontraron su salvación y subsistencia económica, en principio, en el intercambio de productos y servicios en el “club del trueque” [debemos aclarar que en el foro social, que tuvo lugar en Buenos Aires en el mes de agosto del 2002, el tema de los clubes de trueque giró alrededor de las tentativas de reformular su funcionamiento. Pero finalmente estos clubes fracasaron], en la recolección de basura los “cartoneros”, en la “toma de fábricas” abandonadas o quebradas, organizándose en cooperativas como mecanismo de recuperación del trabajo. Otros trabajadores desempleados, los “piqueteros”, continuaron organizados para el corte de rutas como forma de contestación y de protesta. “Piqueteros”, “ahorristas”, “caceroleros”, “asambleístas”, “cartoneros”, miembros del “club del trueque”, trabajadores de las “fábricas recuperadas” y muchas más manifestaciones y movimientos de reacción e intentos de re-existencias, fueron las figuras nuevas en Argentina [el movimiento piquetero nació antes, cuando se produjo la privatización de YPF y comenzaron los despidos. Sobre todo en las provincias de Salta y Neuquén], frente a la crisis del sistema en todos sus aspectos.

A veces, parece que el 19 y 20 de diciembre no ocurrieron, y que las fisuras que dejaron en evidencia la crisis del sistema se cerraron, no porque los problemas fueran resueltos, sino porque la impotencia superó la imaginación.

Múltiples fueron las interpretaciones un año después (2002): las que consideraron que nada sucedió después del estallido; las que imaginaron una situación pre-revolucionaria todavía vigente; o las que opinaban que un movimiento espontáneo sin dirección ni representación política no podría producir cambios.

¿Qué ocurrió con aquel “Que se vayan todos, Que no quede ni uno solo”? Algunos podrán decir que nada, que continúan todos ahí todavía: el viejo régimen, que un año atrás apeló a la represión sin piedad, matando más de treinta manifestantes, no dejó de operar intentando acorralar los movimientos de protestas. La crisis, la fisura, la grieta en el sistema dejó entrever lo suficiente para percibir que dicho sistema era una farsa. Pero muchos argentinos prefieren olvidar aquella pesadilla, continuar soñando y muchos no perciben nada, no por casualidad en las elecciones de abril del 2003 los candidatos eran, en su mayoría, los mismos que participaron a lo largo de décadas de la decadencia nacional.

Los movimientos sociales continuaron, muchos de ellos profundizaron sus luchas, aunque sin haber alcanzado la síntesis, atomizados en la fragmentación, o contaminados por punteros políticos; en algunos de los casos afectados por la fuerza y la dinámica de la crisis. Las resistencias y los micro-acontecimientos todavía no habían conseguido articularse en una estructura global fuerte. Incluso, la alianza inicial entre las clases medias y los trabajadores desempleados (“piquetes y cacerolas, la lucha es una sola”) se quebró un año después [tal vez la incapacidad de los argentinos sea la imposibilidad de pensar en el sentido de totalidad. El argentino es un individuo y no un ciudadano. (Para más datos consultar el ensayo “Nuestro Pobre Individualismo”, de Jorge LuisBorges, Otras Inquisiciones, 1952) Quizá el ansia de protagonismo en un país marcado por el esnobismo y la frivolidad impidan asumir un proyecto en conjunto]. En este sentido, la lucha de los “ahorristas” por la re-dolarización [los ahorristas se oponen a la transformación en pesos de sus depósitos realizados en dólares, exigiendo la reintegración de los mismos] fue un paradigma de la pérdida de brújula y la visión totalizadora, olvidando que por causa de la dolarización, el país enfrentó la crisis más devastadora de su historia. Y dado que la supuesta re-dolarización no apuntaba a exigir reparaciones a los responsables de la debacle, acababa transfiriendo al Estado, es decir, al conjunto de la sociedad, el precio de una medida que intentaba reparar la estafa de la confiscación de los ahorros, en particular, acabó transfiriendo buena parte de los gastos al conjunto de una sociedad donde seis de cada diez habitantes eran pobres o indigentes (entre los cuales se encontraban los “piqueteros”).

Los clubs de trueque desaparecieron aproximadamente dos años después, y los piqueteros (trabajadores desempleados) se ubicaron en alguno de los métodos de reorganización laboral, micro emprendimientos, con la ayuda de subvenciones del nuevo gobierno. Las asambleas en general se diluyeron, otras permanecieron, y algunas retomaron o iniciaron su congregación recientemente.

En el estallido argentino del 19 y 20 dejó como saldo 39 muertos en todo el país, hubo múltiples heridos producto de la violencia policial que no se contabilizó justamente por no haber una red de comunicación que hiciera posible juntar datos precisos on-line ni a posteriori. El 26 de junio de 2002, los jóvenes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki – pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Guernica y de Lanús respectivamente – fueron fusilados por miembros de la Policía Bonaerense en la estación Avellaneda del ferrocarril, en la provincia de Buenos Aires. Al hecho se lo conoce como Masacre de Avellaneda.

Sindicatos, partidos políticos, grupos estructurados fueron irrelevantes, similar que en el estallido brasilero.

Brasil, junio y julio de 2013

Distinta es la realidad en Brasil del 2013. En Brasil los DTCM fueron fundamentales para la movilización, organización, y continuidad de las manifestaciones convocadas a través de SMS y redes sociales. El surgimiento de MIE (medios de información espontáneos) en las redes digitales [tomo como referencia la red social Facebook] no se detiene.

El estallido del 2013 a partir de un reclamo por un aumento del precio del pasaje de ómnibus en São Paulo (20 centavos) suscitó una protesta que fue violentamente reprimida por la policía militar (PM). Millares de jóvenes ocuparon espacios públicos para manifestar su desacuerdo y la desaprobación de las medidas tomadas por el gobierno. A partir de esto se desencadenaron diversas manifestaciones en diferentes ciudades con consignas del tipo: Contra la corrupción, contra la represión policial, pidiendo la CPI de los Gastos de la Copa [Comisión Parlamentar Mixta para investigar los gastos de la Copa del Mundo], por los Derechos Sociales Básicos (Transporte, Educación y Salud), por menos impuestos, contra los medios que dijeron que las protestas eran violentas, contra la PEC 37, por Ficha Limpa. Brasil presenció una movilización social en las calles y un desdoblamiento de reclamos de derechos sin precedentes en el país que no cesan de desdoblarse y multiplicarse. A lo largo de los meses se fueron sumando causas y nuevas metodologías de manifestación: ocupando escaleras, ocupando municipalidades, ocupando los Shoppings centers (“rolezinhos”). Desde los balcones paulistas los carteles gritaban “De las aguas que todo lo arrasan se dice que son violentas, pero no se llaman violentas a las márgenes que las oprimen. Bertolt Brecht.”

“¿A Copa é para quem?” preguntaban los manifestantes afuera de los estadios inaugurados, mientras la policía militar dispersaba con balas de goma y gas lacrimógeno. También comenzaron a ser visibles las balas de la PM brasilera en las favelas y en las calles apuntando a pobres que la mayoría de las veces son negros. Esto sumó otros protagonistas que han permanecido silenciados por mucho tiempo como las madres de los asesinados por la PM, los sin techo, los “gari”, es decir la población olvidada históricamente, jóvenes pertenecientes a las clases bajas beneficiarias de los programas sociales implementados por los gobiernos de Lula y de Dilma que se chocan con una sociedad que no está dispuesta a cambiar ni a aceptarlos.

Los actores sociales fueron también la “nueva clase media” producto del crecimiento económico durante el gobierno de Lula y Dilma, estudiantes, profesores, empleados que veían traslucir la problemática más allá de ganar un buen salario. En la continuidad de las manifestaciones hasta la actualidad, se fueron sumando los que continúan descontentos con los medios de comunicación tradicionales y su complicidad con el poder económico financiero, los que han detectado la farsa de los gobiernos y su corrupción. Por eso la reacción espantada desde el estado. Como analiza Cocco, delante de la multitud la izquierda del gobierno se asustó, y trató de estereotiparlos como conservadores y golpistas. Otros hablaban de masas hipnotizadas y la Red Globo se atrevió a denunciarlos como fascistas (Cocco, AMANHÃ VAI SER MAIOR p.12).

Los motivos del estallido

Diferentes motivos son los que congregaron a la multitud. En Argentina del 2001, las políticas económicas neoliberales que llevaron al desempleo, a bajar el nivel económico de los trabajadores y a la confiscación de los ahorros de la clase media, en definitiva las malas prácticas de la política. En Brasil, 2013, con dos gobiernos “progresistas”, la subsistencia de bolsones de miseria y pobreza, asesinatos y exclusión más el ahogo arquitectónico de ciudades abarrotadas y embotelladas por la corrupción inmobiliaria produjo una toma de conciencia con efecto dominó haciendo entender que sus derechos no son sólo el consumo, sino también la educación, la salud, la vivienda, el transporte, la vida [el 3 de junio de 2014 en el grupo Universidade Nômade en Facebook, el contacto “Som do Roque” colocó los siguientes datos de las protestas en Brasil junio y julio, 2013: 969 protestos, 2.608 detenidos, 8 muertos, 117 periodistas heridos y/o agredidos, 10 periodistas presos].

Podríamos decir que la diferencia respecto al uso de DTCM es la continuidad organizada de la multitud. En Argentina no imposibilitó la progresión del movimiento piquetero que creció y se organizó, como también el Movimiento de las Fábricas Recuperadas y las Cooperativas, movimientos que progresivamente fueron utilizando las redes sociales [la Federación de Organizaciones de Base (FOB) nuclea la regional Rosario con varias agrupaciones, se autoafirman en la organización de base territorial o barrial sin jefes ni punteros. Tampoco poseen vínculos con partidos políticos ni gobierno alguno. Su identidad se basa principalmente en principios de democracia directa, autogestión, independencia de clase, federalismo e igualdad de género].

El estallido en Brasil pudo permanecer en el tiempo hasta la fecha y pudimos ser testigos de los acontecimientos gracias a las redes sociales. Incluso porque desde los medios de comunicación tradicionales, sean argentinos o brasileros casi no relataron los hechos y/o los tergiversaron. Si no hubieran estado en las redes sociales las noticias se hubieran omitido y hoy no sabríamos que hay presos políticos, sin derechos en plena democracia, ni sabríamos de los asesinatos con nombre y apellido, “O Brasil de Dilma e Lula consegue a façanha de ter presos políticos e tudo isso não por defender sabe-se lá qual projeto “nacional”…mas para a Fifa e os empreiteiros aumentarem os lucros na Copa e Olimpíadas. E também para vender as reservas estratégicas de petróleo aos chineses: são os mistérios do projeto de nação e sua pomposa política de Estado. Essa mais nova escalada repressiva nos mostra e confirma os graves limites políticos e teóricos do formalismo jurídico que caracteriza muitos setores da esquerda – moderados e até mais radicais. É a ilusão que a mudança passe pela Lei e pelas políticas de Estado, que devem implementar o tal projeto de nação. Não há nação, ainda menos um projeto. O que há, sim, é um Estado que tem a cara da caveira de sua “tropa de elite”. Um Estado que faz vigorar, sobre os pobres, um “vale tudo” ancorado no sistema jurídico-legal”(G. Cocco. AMANHÃ VAI SER MAIOR, pág.19).

Pero la discusión sobre qué es izquierda no termina ahí, porque los paradigmas están en movimiento como la propia multitud:

“Porém, em vez de radicar-se nas forças vivas do presente e deixar-se transformar pela dinâmica das ruas, a esquerda organizada preferiu fazer esquerdeología, para decretar, de cima de sua estrutura enrijecida e pouco permeável, os vereditos do que mereceria ou não seu ‘selo ISO 9000’ de esquerdismo. Essa prefere revoltas sem revoltosos, insurreições sem ações diretas, e revoluções feitas apenas de bons sentimentos; noutras palavras, não querem que aconteça nada fora de seu estreito orbe de interpretação e ação, nada que possa ameaça-los como representantes históricos de certo povo que, há algum tempo, migrou para outras paisagens menos rarefeitas. Só conseguem elogiar as revoluções e intifadas que leem nos livros, ou então em países distantes, quase exóticas, quando estão comodamente protegidos de implicação própria. A acusação de manipulação por ‘forças ocultas’ apenas esconde o fato de que, no fundo, eles é que gostariam de estar ‘por trás’ da grossa agitação nas ruas. Mas não estão. Seu persistente diagnóstico do fracasso dos levantes expõe a crise de sua imaginação, inepta para deixar a zona de conforto onde plantaram a própria identidade como esquerdistas” (Bruno Cava: A CIDADE DA PESTE E SEUS CARNAVAIS – AMANHA VAI SER MAIOR., p. 365).

En Argentina también la feroz represión ayudó a finalizar las manifestaciones, y el nuevo gobierno asumió el control de los reclamos. Los manifestantes se fueron organizando en el campo laboral, y la clase media se organizó en judicializar su demanda por el corralito [la Federación de Organizaciones de Base (FOB) nuclea la regional Rosario con varias agrupaciones, se autoafirman en la organización de base territorial o barrial sin jefes ni punteros. Tampoco poseen vínculos con partidos políticos ni gobierno alguno. Su identidad se basa principalmente en principios de democracia directa, autogestión, independencia de clase, federalismo e igualdad de género].

A propósito de la izquierda, Giussepe Cocco, en un análisis y explicación sobre la Ley y el derecho en occidente, y el uso de la fuerza por parte del gobierno sobre la multitud escribió:

“Por acreditar na Lei e no principio liberal (hobbesiano) do monopólio estatal do uso da força, a ‘esquerda’ é burra? Não se trata de burrice, mas da crise da própria noção de esquerda. O que sobra, mesmo quando é de oposição, é um aparelho e o aparelho é estruturalmente estatal. Só pensa a partir do Estado, ou seja, ‘não pensa’ ou – na melhor das hipóteses – ‘não pensa mais’” (Cocco, AMANHÃ VAI SER MAIOR, p. 22).

Y si entonces hay una obligación moral y un “coraje de la verdad” y una dimensión que potencia la libertad en el hecho de desobedecer (Cocco, p 24), ¿Qué pensar de las leyes de Obediencia Debida n.º 23.521, dictadas por el primer presidente elegido en democracia en Argentina, Alfonsín en 1987, y luego los indultos del siguiente presidente conocidas todas como las leyes de la impunidad? Leyes que posteriormente entre 2003 y 2004 fueron llamadas y declaradas “insanablemente nulas”, dando así lugar al encausamiento de los acusados de delitos aún no prescriptos, lo que comprende todos los crímenes de lesa humanidad. Una pregunta sería ¿por qué estos vaivenes sobre la justicia? ¿Qué sucede con la justicia y el Tiempo, que es siempre el tiempo de uno mismo y el de todo, como testigo de la injusticia de los juegos del poder (económico)?

Esa injusticia que decapita siglos de esperanza en cada desaparecido, en cada muerto, en cada vida desperdiciada por la miseria y la pobreza producida por gobiernos que se dicen tales.

Argentina post 2001

Algunas medidas que el nuevo gobierno (2003-) tomó estuvieron relacionadas a restablecer la justicia en derechos humanos en relación a la última dictadura militar. También implementó subsidios y planes (plan familia, plan vivienda, plan trabajar, plan hijo etc.). Incorporó la Asignación Universal por Hijo [la Federación de Organizaciones de Base (FOB) nuclea la regional Rosario con varias agrupaciones, se autoafirman en la organización de base territorial o barrial sin jefes ni punteros. Tampoco poseen vínculos con partidos políticos ni gobierno alguno. Su identidad se basa principalmente en principios de democracia directa, autogestión, independencia de clase, federalismo e igualdad de género], y la jubilación autónoma para empleados autónomos mediante Resolución 625/2006 ANSeS y la jubilación para amas de casa. Reinsertó científicos del extranjero, mejorando su infraestructura edilicia, extendiendo también su alcance en el territorio. La controversial Resolución 125/2008 [http://www.eltribuno.info/el-conflicto-el-campo-una-las-pocas-batallas-perdidas-del-kirchnerismo-n285003“El 11 de marzo de 2008 la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, presentó las retenciones móviles a la soja y al girasol a través de la famosa y controversial Resolución 125/08. Nadie pensó que dos días después comenzaría un paro agropecuario que duraría 129 días. La medida puso al país al borde del desabastecimiento, desnudaría los problemas del campo, pero, por sobre todas las cosas, terminaría por dividir a la sociedad argentina entre aquellos que apoyaban el modelo kirchnerista de aquellos que defendían el modelo agroexportador, principal sostén de la economía argentina.”

http://es.wikipedia.org/wiki/Paro_agropecuario_patronal_en_Argentina_de_2008], fue un momento crítico hasta perder el gobierno ante los agroexportadores que incluso quisieron trasladar las retenciones móviles a los pequeños propietarios de tierras y trabajadores del campo. Restringió las importaciones para fortalecer la industria nacional. Creó y vetó una ley de comunicación (2009) en remplazo de la ley de la dictadura. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual acarreó una puja entre el grupo Clarín y el gobierno, que finalizó diluyendo la discusión en una reestructuración que finalmente no complicó a ninguna de las dos partes, al menos hasta ahora. Recuperó la TV pública y ofrece Fútbol Para Todos. Hechos de corrupción y un deterioro de la economía llevan otra vez a los argentinos al borde del abismo. En 2011 comenzó el cepo al dólar, como consecuencia se convivió con más de una cotización de esta moneda siendo la más conocida el blue, y el oficial.

¿Por qué una vez más Argentina se encuentra al borde del abismo con tantas medidas apropiadas? Lo incomprensible del fracaso del gobierno se podría entender por la corrupción dentro del mismo y del tejido social que se ha deteriorado a lo largo de la historia. La suma de malas políticas en los gobiernos democráticos alternados con el terrorismo de estado en las dictaduras han compaginado un paisaje desolador, redundante, que sumado al pesimismo, individualismo y soberbia conlleva un sin salida desesperanzado y conformista que se visualiza en el nuevo (pero siempre el mismo) quiebre de la economía y en la violencia cotidiana.

Brasil post 2013

Como refiere el subtítulo del libro Amanhã vai ser maior el año no terminó. La Copa del Mundo no sucedió, y ahora el país se debate en medio de las elecciones 2014, donde los candidatos de la segunda vuelta enfatizan la pérdida de brújula de una sociedad que se niega a reconocer las deudas sociales. Una sociedad en donde la clase media y alta no sube a un ómnibus ni camina por las calles (Rio de Janeiro), circulan de garaje en garaje con vidrios polarizados, o por helicóptero para evitar sufrir la realidad, una realidad que ellos construyeron como Casa-Grande y Senzala.

 Como refiere Pedro B. Mendes, “É por meio do amadurecimento da multidão, através das numerosas reuniões, assembleias, discussões, do debate público enfim, que essas questões tem se encarnado nas subjetividades” (Pedro B. Mendes, Amanhã vai ser maior, p. 358)

Otra democracia es posible

En ambos países, y a escala global, se escurren siglos de análisis, de teoría política, de ciencia, de literatura, de filosofía, de arte, incluso podemos remitirnos a Heráclito que escribió la sentencia “Indigencia, saciedad”, premonizando la atroz desigualdad.

Ahora nos resta repensar como hará la multitud, los indignados, para afirmarse ya no sólo en las resistencias, sino en las re-existencias, es decir en cambiar no ya las reglas del juego, sino el juego. Construyendo otras instituciones u otra forma de organización política. Como explica Lucas Legume, miembro del Movimento Passe Livre (MPL), movimiento que inicio las mobilizaciones en junio de 2013, “A grande questão de junho é que foi uma via não institucional, que a gente apostou e que a gente continua apostando” (http://www.brasildefato.com.br/node/30116).

En este sentido, es necesario pensar la transformación a nivel global, tomando en cuenta la multitud en todas las regiones que se han levantado en contra de la democracia establecida y pidiendo “democracia real”.

“El presente del pasado es la Memoria,

el presente del presente es la Acción,

y el presente del futuro es la Imaginación.

Si cruzáramos estos tres elementos podemos hacer el futuro.

Porque el futuro no es lo que va a ocurrir,

pero si lo que seamos capaces de construir” (San Agustín,Confesiones, Libro XI)

******

María Isabel Ackerley tem mestrado e doutorado pela Escola de Comunicação da UFRJ e é pesquisadora no Departamento de Ciências Sociais da Universidade de Buenos Aires