Saturday, 27 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Josep M. Casasús

‘Atentados brutales, como el del 11-M en Madrid, y vuelcos electorales como el del 14-M, fuerzan lógicamente los recursos del lenguaje para sintetizar la magnitud de la catástrofe o para condensar la complejidad del fenómeno.

Eso ha observado el lector Josep Serra, entre otros, desde aquellos días tan tensos y tan densos de la segunda semana de marzo.

Le ha llamado la atención que en un artículo publicado en la página 45 de ‘La Vanguardia’ del pasado 12 de marzo ya saliera la palabra ‘megaterrorismo’. También me ha preguntado sobre el término ‘movilización’ que vio escrito de la siguiente forma en la página 29 del pasado 20 de marzo: ‘movil-ización’ (así, con un guión).

Vayamos por partes. Veamos primero aspectos formales y después les invito a entrar en cuestiones de fondo. El término ‘megaterrorismo’ apareció aquel día y en aquella página en un artículo de Walter Laqueur, director del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.

¿Es correcto escribir ‘megaterrorismo’? Sí. De entrada, es legítima y admisible la formación de nuevas palabras con la incorporación del prefijo ‘mega’, elemento compositivo de origen griego que significa ‘grande’.

El Diccionario de la Real Academia aclara también que en algún caso, y por extensión, también significa ‘amplificación’. Pone ejemplos para ambos significados con palabras ya consolidadas a partir de esta construcción léxica: ‘megalito’ y ‘megafonía’. El ‘mega’ cumple, pues, la función de lo que en retórica se denomina una hipérbole.

La hipérbole es la figura que consiste en aumentar o disminuir extremadamente aquello de que se habla.

En consecuencia, respecto al uso del neologismo ‘megaterrorismo’ poco se podría objetar desde la perspectiva de los recursos de lenguaje aplicados al periodismo.

Esa palabra, si embargo, sí que puede motivar reservas desde un punto de vista emocional. Algunas voces formadas con el prefijo ‘mega’ suelen asociarse con apelativos simpáticos en el mundo de la moda, el espectáculo o las tendencias sociales. Alguien puede considerar que aplicar ese prefijo al terrorismo es una frivolidad, un modo de quitar hierro inconscientemente a la gravedad del fenómeno. Eso piensa el citado lector.

Qué dijo Lázaro Carreter

Indagué en lo que han dicho las autoridades de la lengua sobre el uso de prefijos hiperbólicos como ‘mega’. Fernando Lázaro Carreter aludió indirectamente al ‘mega’, después de denostar el prefijo ‘super’, en un pasaje de ‘El nuevo dardo en la palabra’ (pág. 44) que transcribo: ‘Al lado de ‘super-’, acechan ‘hiper-’ y ‘mega-’. Pregunto a mi nieta Ana –ocho años–, qué prefiere, si decir que la película ‘Pocahontas’ es ‘superbonita’ o que es ‘hiperbonita’. Resuelve sin dudarlo: ‘hiperbonita’; y explica el porqué: ‘Es más chulo’. Su hermano –seis años– asiente: ‘Chola más’. ‘Querrás decir que mola’: ‘No: digo que chola’. Otro nieto, su primo, ocho años, ratifica: ‘Sí, chola’. He ahí el porvenir’. Veo que el porvenir es hiperbólico incluso en casa de un académico.

Junto al discutido neologismo ‘megaterrorismo’ leí en la página 19 del diario ‘Le Monde’, de París, del pasado 15 de marzo, y en el título de un artículo de Laurent Gervereau, el término ‘média-terrorisme’.

A diferencia de ‘megaterrorismo’, tanto ‘media-terrorismo’ como ‘movil-ización’ son vocablos que actúan en periodismo como operadores o condensadores semánticos. ‘Media-terrorismo’ es un operador semántico: condensa conceptos con una integración de palabras. ‘Movil-ización’ es un operador tipográfico: condensa conceptos con la intervención de un signo de escritura.

¿Por qué propone Laurent Gervereau el neologismo ‘media-terrorismo’? El articulista de ‘Le Monde’ lo explica así: ‘La nueva forma de terrorismo nacida con el 11 de septiembre es un media-terrorismo, construido, escenificado, por los ‘media’.

Este autor se pregunta lo siguiente sobre ese nuevo terrorismo que aprovecha el poder de irradiación de los actuales medios audiovisuales y electrónicos: ‘¿Es una revancha de aquellos que se consideran caricaturizados por un pensamiento occidental dominante en la televisión y en internet?’.

Agudeza de Manuel Castells

Escribir ‘movil-ización’, así, fue un ingenioso hallazgo expresivo del sociólogo Manuel Castells. Aparecía en el título y en el texto de su artículo publicado en la página 29 de ‘La Vanguardia’ del pasado 20 de marzo.

‘Movil-ización’, escrita así, es una licencia más que aceptable, plausible, en periodismo. Atrae a la lectura del texto y enlaza con la cultura comunicativa de nuestro tiempo, con el universo del móvil y de internet.

Con ese guión en medio de la palabra, Castells sintetizaba un rasgo característico de las movilizaciones espontáneas del sábado 13 de marzo del 2004. Decía en su artículo: ‘Fueron manifestaciones convocadas mediante mensajes por teléfonos móviles y, en menor medida, por internet’.

Expuso Castells en su artículo: ‘Cuando algunos medios de información, en particular la Ser y ‘La Vanguardia’, consiguieron romper la desinformación (escandalosa en el caso de TVE) y plantearon la hipótesis islámica, la indignación se hizo clamor: ‘¡¡Mentirosos!!’, decían miles de ciudadanos entre el estruendo de cacerolas de protesta’. De ahí la ‘movil-ización’: ‘Pero sin la capacidad autónoma de comunicación instantánea que proporcionan los móviles e internet, esa indignación generalizada no se hubiera traducido en movimiento colectivo’.

Las ideas de Manuel Castells son la punta de lanza del pensamiento actual más agudo y más lúcido sobre los avances de la sociedad de la información y del conocimiento.

Por esa y otras razones es oportuna y recomendable la conferencia titulada ‘La comunicación en la era de internet’ que Manuel Castells ofrecerá el próximo jueves 22 de abril, a las 19.30 h, en el IDEC (Balmes, 132). Está organizada por la Universitat Pompeu Fabra y la Fundación Conde de Barcelona, vinculada al Grupo Godó, con motivo de la presentación del máster en Dirección de Empresas de Comunicación y Grupos Multimedia que se inicia en octubre.’