Monday, 29 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Camilo Valdecantos

EL PAÍS

"Lógica elemental", copyright El País, 3/3/02

"El tinglado político-periodístico en torno a la falsa entrevista del ex presidente del Gobierno Felipe González con el rey Mohamed VI de Marruecos y su primer ministro, Abderramán Yussufi, es cualquier cosa menos una anécdota, tal y como se empeñan en sostener algunos miembros del Gobierno.

No puede ser anécdota algo que -además de por su contenido político- afecta a alguno de los principios fundamentales del periodismo y a la relación entre los lectores y los periódicos, o, si se quiere, entre la opinión pública y los medios que la conforman.

La primera reflexión que provoca el incidente sería de carácter interno. Los lectores de EL PAÍS tienen derecho a preguntarse: ?por qué un periódico se hace eco de un bulo publicado por otro medio de la competencia aunque sólo sea para desmentirlo? ?Hay algo de regodeo en el fiasco del vecino de enfrente? Afirmar que los periódicos de Madrid mantienen en sus relaciones la asepsia de simples competidores haría sonreír al lector más ingenuo. La catarata de invectivas y las campañas sostenidas que este periódico y algunos de sus directivos vienen soportando desde hace demasiado tiempo no tiene parangón en la prensa europea.

Pero es que al Defensor le importa poco el posible error de un colega; no es ése el hecho preferente, sino la actuación gubernamental que incide de lleno en las relaciones del poder político con los medios de comunicación y, por tanto, con los lectores.

El sábado día 23 un supuesto lector -eso sí, anónimo- llamó al periódico para anunciar que al día siguiente González y Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, se entrevistarían en Tánger con dignatarios marroquíes. A la Redacción -no sin algún esfuerzo de teléfono y chequeos- le resultó relativamente fácil, el domingo pasado, comprobar que la supuesta información era falsa y, naturalmente, el lunes nada se publicó sobre lo inexistente.

El martes se ofreció una información, relativamente discreta, con el desmentido de González sobre su supuesta entrevista, y el miércoles la información cobró importancia y fue a la primera página, después de que el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, sostuviese el día anterior que había ‘indicios’ de que el ex presidente del Gobierno español se había entrevistado con el primer ministro marroquí.

La dimensión política que públicamente había tomado el asunto explica la atención del periódico ante el comportamiento del Gobierno, que, por boca de su vicepresidente primero, Mariano Rajoy, decía el miércoles: ‘Hay que saber de dónde salió la noticia (…) para ver si podemos hacer algo’, mientras su colega de Exteriores aseguraba que ‘nuestros servicios exteriores han cumplido con su obligación, transmitir una información que parecía plausible’.

Pero la guinda al despropósito la ponía el propio Piqué, también el miércoles pasado, cuando afirmó que ‘en ningún momento ha habido intención del Gobierno de ir más allá de lo que parecía algo de lógica elemental, como era transmitir a la opinión pública una información que, en un momento determinado, parecía plausible’.

Repase el lector la frase, con su mención a la lógica. Queda la duda de si la intención del Gobierno, que abiertamente confiesa Piqué, se refiere a la filtración de una falsedad a un periódico o a sus manifestaciones del martes cuando aseguraba que existían ‘indicios’ de la entrevista en Tánger.

Cualquiera de las dos posibilidades lo colocan en una posición más que desairada: en 48 horas el Gobierno no habría sido capaz de enterarse de algo tan fácil como que el primer ministro de Marruecos no acudió a uno de los hoteles más conocidos y concurridos de Tánger para entrevistarse con Felipe González y, pese a que no pudo comprobarlo, siguió sosteniendo públicamente que había ‘indicios’, so pretexto de transmitir a la opinión pública una información trufada de gravísimas acusaciones de deslealtad hacia un ex presidente del Gobierno de su país.

Para entonces, el periódico que publicó el bulo había hecho saber, explícitamente, que sus fuentes eran de la Embajada en Marruecos y de La Moncloa.

José María Guardia ha escrito al Defensor con un reproche sobre el titular de primera página del miércoles día 27: ‘El Gobierno se inventó las entrevistas de González con Mohamed VI y Yussufi’. Le parece ‘exagerado’.

Es posible que el verbo inventar caricaturice una serie concatenada de torpezas que no arranquen de una mera fábula pero que la realidad convirtió pronto en invención.

Los Gobiernos -todos los Gobiernos- han cedido en más de una ocasión a la tentación de intoxicar a los periodistas. El ministro Portavoz, Pío Cabanillas, admitía el viernes que lo ocurrido es ‘una mala información procesada por los servicios de la representación diplomática y consular de Marruecos’.

Se echa en falta que el Gobierno pida disculpas a los lectores, oyentes o telespectadores que hayan prestado atención durante los últimos días a este esperpento con apariencia noticiosa, pero quizás se haya refugiado, sin saberlo, en el Libro de estilo de este periódico: ‘La atribución de la noticia a una fuente o fuentes no exime al periodista de la responsabilidad de haberla escrito’.

A la vista de las manifestaciones de Piqué y de Cabanillas, conviene que los lectores sepan cuál es la ‘lógica elemental’ de esta maquinaria informativa con la que los periodistas se juegan los cuartos, ni está de más que este lamentable episodio sirva para encender las alarmas que los redactores deben mantener ante cualquier fuente, porque, frente a los lectores, la última responsabilidad es del periodista y del periódico en el que aquellos confían."