Tuesday, 30 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Josep Maria Casasús

LA VANGUARDIA

"Títulos sin punto y puntos sobre las íes", copyright La Vanguardia, 10/2/02

"Un lector de Barcelona, Tomás Server, quiere saber por qué razón los periodistas no colocamos un punto al final de las frases que forman los títulos de cada texto publicado en la prensa. Server opina que tal vez otros lectores se formulan esta pregunta. Me confía que a veces ha debatido el tema con otras personas.

El lector Server aporta otro argumento: ?Yo tengo un establecimiento -dice- y si pongo un letrero en el que figuran puntos al final de una frase, la gente, por influencia de los diarios, me dice que es incorrecto?.

Me pregunta: ??Nunca se han puesto puntos al final de un título periodístico??. Esta semana he comentado esta consulta en la universidad con Jaume Guillamet, catedrático de Historia del Periodismo en la Universitat Pompeu Fabra, y con Luis Núñez Ladevéze, catedrático de Redacción Periodística en el CEU-San Pablo de Madrid.

El punto ortográfico, signo que echa en falta el lector en los títulos de artículos y reportajes, desapareció de esa parte de los diarios hacia finales del siglo XIX. He visto en la hemeroteca que hasta 1890 algún diario aún ponía un punto al final de cada frase de título. Los colocaban incluso al final del nombre de cabecera o logotipo del propio diario (ejemplos: ?El Debate.?, ?La Opinión.?).

La Vanguardia nació el 1 de febrero de 1881 con un punto al final de su nombre (La Vanguardia.) y al final de cada título de los distintos anuncios, artículos y noticias. Quince meses después los cirujanos de la tipografía le quitaron los puntos. La primera vez que La Vanguardia anduvo sin ellos fue el lunes 10 de abril de 1882. Dentro de dos meses, pues, podemos conmemorar aquí el 120 aniversario de aquel cambio histórico en los anales del diseño periodístico.

La desaparición de este tipo de puntos ortográficos, ?obedece a una decadencia de las normas o a una licencia técnica intencionada? Todas las hipótesis se inclinan por la segunda proposición de este dilema. En este sentido, es bastante significativo que la supresión del punto en los títulos coincida con la eclosión del periodismo moderno, dominado, entre otros criterios, por la voluntad de simplificar la escritura y de agilizar la composición de los textos. En los albores del nuevo periodismo informativo, prescindir de la citada categoría de punto representaba, al parecer, un signo de modernidad.

De todas formas, según el diccionario, el punto es un signo ortográfico que indica el fin del sentido gramatical y lógico de un periodo u oración.

Un punto indica también que sigue otra frase (ocurre en el punto y seguido), o que termina un párrafo y el texto continúa en otro renglón (ocurre en el punto y aparte). Los títulos de artículos e informaciones, al igual que los títulos de libros, no entran en ninguno de estos dos supuestos. El punto, dicen algunos profesores consultados, no es necesario en los títulos puesto que se pondría al final de una frase que no tiene continuidad en el conjunto de una oración.

Las licencias del diseño periodístico moderno justifican, en definitiva, prescindir del punto al final de un título que, si atribuimos autonomía a los titulares, sería un punto final. Por cierto, digamos ?punto final?, y no ese incorrecto ?punto y final?, locución que se oye o se lee cada vez con más frecuencia, y que Fernando Lázaro Carreter ha condenado en ?El dardo en la palabra? (Círculo de Lectores, Barcelona, 1997, página 452).

Lázaro Carreter explica las diferencias entre ?punto y seguido?, ?punto y aparte? y ?punto final?. Dice: ??final? funciona ahí como adjetivo, es decir, para calificar el punto último que clausura un escrito?.

OTROS SIGNOS ortográficos, además del punto, han llamado la atención de lectores recientemente. Algunos de estos signos aportan algo más que una información estrictamente gramatical. Es el caso de la barra (/), signo gráfico vertical u oblicuo usado para separar. Puntualicemos en esta materia.

El lector Josep M. Tarragó i Clarasó, de Badalona, me escribió hace unas semanas para formular esta corrección respecto a unos textos y a un gráfico sobre consumo eléctrico: ?Fecsa nos factura kWh a un determinado precio, pero no nos factura kw/h, una unidad que ignoro qué significa?. En otro párrafo de su carta, el lector Tarragó argumenta esta observación: ?Una central eléctrica de una determinada potencia (en kW, por ejemplo) funcionando durante un cierto tiempo (horas) genera una cantidad de energía expresada, en este caso, en kWh?. Siempre en ?kWh?, pero no en ?kw/h?, sostiene este lector.

UNA PUNTUALIZACIÓN que unas lectoras han instado, esta semana, ante el defensor, está argumentada por ellas en los términos que transcribo: ?El jueves 3 de enero del 2002, La Vanguardia publicó en la página de Cultura una fotografía con un comentario al pie, referente al artículo ?Llegan los abonos para el cine?, sin haber obtenido, en ningún momento, el consentimiento de las dos personas que aparecían en el primer plano de la foto y que fueron el motivo personalizado del comentario, las cuales ignoraban que eran retratadas y que serían posteriormente publicadas en este periódico?.

No siempre se resuelve satisfactoriamente la necesaria conciliación entre la práctica profesional periodística aplicada a obtener fotografías en espacios públicos, en el marco de la legítima libertad de información, y la también legítima sensibilidad de las personas que consideran afectada su privacidad cuando aparecen en una instantánea.

La necesidad técnica de conciliar estas dos posiciones personales exige que perseveremos todos en el ejercicio de la equidad."