Monday, 29 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Josep M. Casasús

‘Una primera llamada al teléfono del defensor rompió el silencio expectante que flotaba en el despacho al abrir la jornada.

Una voz masculina irrumpió con esta frase enigmática: ‘¿Una mujer vaga dejó sin urbanos las calles de Tarragona?’, me preguntó con sorna.

¿De qué hablaba? Supuse que estaba relacionado con el diario, pero no había tenido tiempo de analizar su contenido. El lector me invitó a abrir La Vanguardia por la página 6 de Vivir del día, el pasado 7 de julio.

Efectivamente, ahí estaba, contundente, el título de una información que desencadenó muchas más llamadas a lo largo del día. Y dos cartas electrónicas. La del lector José E. de Maqua, que protestaba así, escuetamente: ‘El título ‘Una vaga encubierta deja sin urbanos las calles de Tarragona en su primera Nit de Focs’ descubre que ni los periódicos se aclaran con el idioma. Este error garrafal no puede pasar desapercibido, y menos en un titular’. Tiene mucha razón.

Una lectora, Mari Cruz Sánchez Dalmau, se dirigió al defensor al día siguiente en estos términos: ‘Al leer este título tardé unos segundos en entender de qué se trataba la noticia, hasta que reparé que se refería a una huelga de los urbanos de Tarragona. Al llegar a casa, fui a consultar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para comprobar si la palabra ‘vaga’ también se admite en este idioma para significar huelga, pero evidentemente no lo encontré. Siento que en mi periódico se cuelen gazapos de este calibre’. Todos los lectores sentimos una vaga sensación de fatalidad cuando vemos estos fallos inauditos en nuestro diario.

No divaguemos más. Escribir ‘vaga’ en lugar de ‘huelga’ en un titular desborda todas las previsiones sobre los riesgos inherentes a un bilingüismo activo. A ellos aludí en una de mis primeras crónicas como defensor del lector, la del 17 de junio del 2001.

Sobre los orígenes de este error de léxico requerí un explicación en Vivir, la sección donde apareció. Me aclararon que en las dos primeras ediciones del diario esta misma noticia aparecía titulada con esta otra frase, sin ‘vaga’: ‘Una protesta por motivos laborales deja a Tarragona sin urbanos en las calles’. Lo constaté en la sección de Edición, responsable de la revisión de textos. Vi que en las primeras ediciones no aparecía esa ‘vaga’ extravagante, ni en el título ni en el texto (también afectado después por este lapsus línguae). Apelé a la sección de Continuidad, encargada de los cierres de última hora. Pedí allí una explicación.

El redactor jefe de Continuidad, Pau Baquero, nos alega lo siguiente: ‘Sobre la medianoche, Antònia Justícia, compañera en la delegación de Tarragona, me llamó para actualizar la información que publicaba sobre la protesta laboral de la Guardia Urbana de Tarragona. La redactora efectuó los cambios pertinentes en su crónica desde la delegación del diario en Tarragona y, una vez ajustada, me la remitió para su edición. La premura de tiempo para efectuar un cambio que debía entrar ya en tercera edición motivó que tanto en el titular como en el texto se mencionara la palabra catalana ‘vaga’ en lugar de ‘huelga’, sin que ni la autora ni la sección se apercibieran durante el editaje. La excusa del tiempo nunca puede ser argumento para un uso erróneo del lenguaje, por lo que pedimos disculpas tanto la redactora como el responsable de la sección de Continuidad, ambos catalanohablantes en la vida cotidiana pero plenamente conscientes de que La Vanguardia se redacta en castellano’.

SOBRE OTROS LAPSUS significativos atribuibles al contacto entre las dos lenguas oficiales en Catalunya me suele advertir el lector J.M. Valls. El pasado 4 de julio detectó en una entrevista transcrita del catalán la expresión ‘detrás nuestro’. Comenta: ‘Este falso posesivo ‘se cuela’ muy a menudo, quizás por influencia del catalán donde ‘darrere’ es un sustantivo y por lo tanto hace que ‘darrere nostre’ sea correcto’. Lo correcto en castellano es ‘detrás de nosotros’.

El mismo lector expuso lo siguiente en una carta que me envió justo un mes antes: ‘Es evidente que La Vanguardia asume su responsabilidad de colaborar en mantener un excelente nivel de castellano. Los medios de comunicación, mucho más que la escuela, son los que tienen la capacidad de hacer progresar –o justo lo contrario– la calidad lingüística de la población.’ (…) ‘Como suscriptor y fiel lector de este diario les animo a no bajar la guardia y a seguir tratando de que nuestro castellano no se empobrezca’.

Este lector señala también que es frecuente el error, en periodistas y políticos, tanto en castellano como en catalán, de espetar un ‘habrán personas’ o un ‘han habido’ en lugar de ‘habrá personas’ y ‘ha habido’. Atentos, pues, a este aviso.

UN ERROR EN LA VOZ REFECTORIO motivó una queja y unas dudas. El lector Juan Antonio López me escribió el pasado día 21: ‘En la sección Casas del suplemento Dinero del 13 de junio, allí donde un piso escondido en el call alcanza un precio similar al de un suntuoso palacio francés de superficie útil cinco veces mayor y rodeado de parques y bosques que parecen paradisiacos… se cuela una palabra que quiero pensar que es una errata tipográfica: ‘refertorio’ por refectorio. Pasando por alto que esta palabra se refiere a comedores de comunidades y colegios y no a una vivienda particular, quizá se haya tomado el autor esta licencia para resaltar la magnitud de la estancia’.

El responsable de Casas, Jordi Palarea, expone, a instancias del defensor: ‘El lector tiene razón en que se escribió incorrectamente la palabra refectorio. El texto vino de un colaborador de Madrid. Tradujo mal la palabra francesa réfectoire referida a un castillo en Francia. Al editar el texto no vimos la incorrección. Ante la duda del uso de refectorio como sinónimo de comedor en castillos y palacetes consultamos fuentes autorizadas: Diccionario de la Academia, el Casares y, por internet, a la misma Academia’.

‘Parece incorrecto –dice– aludir a refectorio en un castillo, aunque tal vez no lo sea en francés. Mi duda crece ante la posibilidad de un castillo perteneciente a una orden religiosa. ¿En un castillo del Temple, la comunidad se reunía a comer en el comedor o en el refectorio? Sería interesante que algunos lectores más duchos en la materia pudieran resolvernos esta duda’. Demos al autor, como sugirió el lector, el beneficio de la licencia.’