Sunday, 28 de April de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1285

Sebastián Serrano

‘El 17 de agosto se publicó en la sección de Madrid una noticia con este título: Un hombre con problemas mentales mata a golpes a su padre en Ciudad Lineal. El texto empezaba así: ‘El distrito de Ciudad Lineal descubrió ayer un parricidio que fue perpetrado hace varios días’. A continuación se decía que ‘un hombre de 43 años con problemas mentales’, del que se daba nombre y apellido, había sido detenido bajo la acusación de golpear en la cabeza a su padre, citado por su nombre y los dos apellidos. En el cuerpo de la noticia se hacía referencia a la afición de ambos por el alcohol y a que los vecinos los consideraban conflictivos.

La enfermera Carmen del Pozo y la trabajadora social María José Planas, ambas empleadas en los Servicios de Salud Mental de Ciudad Lineal, donde es atendido el protagonista de la noticia, remitieron el 26 de agosto un escrito en el que se quejaban de que se diera el nombre completo del detenido, de que el titular considerara un hecho cierto la autoría del supuesto crimen y de que en él se aludiera a que el hombre padece una enfermedad mental. ‘En ninguna parte del titular’, escribieron, ‘se menciona la palabra presunto, y, a nuestro modo de ver, se recrea en la morbosidad y el sensacionalismo, sentimientos que según la filosofía y estilo de un periódico de prestigio deberían ser rechazados sin ninguna contemplación’.

El escrito agregaba: ‘Después de la autopsia se ha comprobado que el padre falleció de muerte natural. Y nuestro paciente, además de tener que luchar contra la estigmatización del peligro social que implica una enfermedad mental (peligro alimentado por tratamientos informativos como el que ha realizado su periódico), se ha encontrado con que en su comunidad tiene marcada la etiqueta de asesino’.

Tras confirmar la muerte natural, el diario publicó el jueves pasado en el cuadernillo de Madrid un artículo titulado así: La autopsia descarta el homicidio en el caso del anciano hallado muerto en Ciudad Lineal. El texto precisaba que la causa de la muerte no fue un golpe, sino ‘diversos fallos en su organismo’, e informaba de que el inicialmente acusado está libre.

Más allá de esta nueva información, Vicente González Olaya, jefe de sección de Madrid, admite que el titular del día 16 fue ‘muy desafortunado’ porque ‘no tenía en cuenta la presunción de inocencia del supuesto homicida’. Considera que el título debería haber sido del tipo La policía detiene a… o El juez envía a prisión a…

La presunción de inocencia es una exigencia ética del periodismo que cuando se vulnera puede dar lugar a los denominados procesos paralelos, comunes en el periodismo sensacionalista. El Código de la Profesión Periodística aprobado por la Federación de Asociaciones de la Prensa en 1993 establece en su artículo 5: ‘El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario’. El caso de Ciudad Lineal, en el que se ha demostrado en pocos días la inocencia del acusado, muestra la importancia de este principio.

Sobre la inclusión en el titular de los ‘problemas mentales’ del detenido, González Olaya discrepa de la valoración de las lectoras. Considera que, ‘lejos de intentar criminalizar a alguien por una enfermedad’, con ese dato se trataba de presentar una de las causas de lo que parecía un homicidio: ‘La supuesta agresión no era un ataque voluntario o razonado, sino consecuencia del trastorno mental’, precisa.

Esther Navarro, del departamento de comunicación de Feafes (Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental), hace un razonamiento muy diferente: ‘La sospecha de la sociedad sobre una supuesta relación entre esquizofrenia y violencia es un prejuicio. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, tan sólo un 3% de las personas diagnosticadas con una enfermedad mental grave son causantes a lo largo de su vida de un delito de lesiones a terceros. Otros datos revelan que de los 1.000 homicidios que aproximadamente se producen al año en España, apenas entre el 1% y el 2% son cometidos por personas con una enfermedad mental grave. En los casos concretos y comprobados de que un enfermo de este tipo desarrolle comportamientos violentos suele existir desatención sociosanitaria y carencias en el tratamiento farmacológico y psicosocial, además de otros factores añadidos’.

La representante de Feafes prosigue: ‘Según el programa La esquizofrenia abre las puertas, impulsado por la Asociación Mundial de Psiquiatría para combatir el estigma y la discriminación, es más probable que las personas con esta enfermedad sean víctimas a que sean autores de la violencia. El maltrato de las personas con esquizofrenia provoca una reacción violenta que, a menudo, se interpreta erróneamente como un signo de la enfermedad, cuando en realidad se trata de una reacción humana totalmente compresible en otros sujetos’.

El prejuicio de atribuir a la esquizofrenia el origen de la violencia ha quedado en este caso desenmascarado: ni siquiera hubo violencia.’